dijous, de maig 10, 2012

Cuando quema la prisa


Voy al supermercado hoy, mal peinada y mal vestida porque he ido al gimnasio y quiero merendar antes de estudiar un poco más. Tengo la cabeza en otro lugar porque me olvido de coger el bolso; así voy: con las llaves en la mano y calderilla en el bolsillo.

El gran supermercado que hay al lado de mi casa, igual que el que hay un poco más abajo, está vacío. Son las siete y media de la tarde, hora en que mucha gente ya ha salido de trabajar; el súper debería estar repleto de madres con sus hijos haciendo compras para la cena. Pienso en hace unos pocos años, cuando había una cajera en cada caja y hasta había una caja rápida por si comprabas menos de diez artículos. Ahora sólo hay una abierta y gracias. Y la Loli, la Yoli y la Manoli se pasan la tarde comentando sus cosas. Tanto es así que me planto un buen rato enfrente de la sección de charcutería esperando a que alguien se de cuenta de que hay un cliente. 

Cuando me ve la señora que se encarga de la pescadería llama por el interfono: "Señorita Cintia, acuda a charcutería por favor". Y a paso tranquilo aparece Cintia, blanca como siempre, con esa cara de buena persona medio enfermiza, calcada a la que tenía cuando hacíamos primaria. 

Ella me reconoce también, nos saludamos entonces cordialmente, "cuánto tiempo, ¿cómo estás?". Me pregunta qué quiero, le digo que jamón york, diez lonchas, que nada más. Sin entrar en detalles de lo que ha sido de nuestras vidas en quince años, le pregunto si hace mucho que trabaja ahí. Me responde que sí, aunque justamente hoy volvía de vacaciones. Como eran las fiestas del pueblo se había cogido unos días.

- Ah, qué bien, ¿y fuiste a las ferias? - le digo pensando en las noches despilfarradas, los conciertos, la muchedumbre.
- Sí, bueno, sólo para montar mi hija a las atracciones.
Claro que tiene una hija. Todas tienen hijos.
- Oh, ¿cuántos años tiene?
- Dos añitos- immediatamente por dentro hago cálculos sobre a qué edad los niños empiezan la guardería y me doy cuenta de que no tengo ni idea. No lo sé. No trato con niños, en mi familia no hay niños, en mi círculo cercano de gente no hay niños. Mi mundo está lleno de viejos con ansias de paternidad infinita y de adultos con síndrome de Peter Pan, pero de niños ni se habla y cuando excepcionalmente salen a la conversación son niños ajenos o niños teóricos muy lejanos. Y los comentarios siempre son hechos con un punto de aprensión.
- Qué guay -¿qué guay? ¿En serio? ¿Eso es mi comentario? - ¿Y cómo se llama? - un aplauso por favor, estoy que me salgo.
- Sandra.
- ¿Y cómo te lo combinas? ¿La dejas con tus padres? - mierda, debería haber parado ya.  Eso es ya alargar una agonía. Pero la verborrea de la conversación incómoda es algo que sale solo. Bueno, por lo menos no he preguntado por el novio o el marido; eso ya sé a estas alturas que es meterse en terreno peligroso.
- La dejo en casa de mi madre cuando trabajo. Sólo hago tres horas al día.

"En casa de mi madre". Eso es algo que mi madre decía sobre la abuela. ¿Y yo? Pues yo no lo digo porque claro, aún estoy en el papel de niña, con mis papis, estudiando para un examen. Saliendo con mis amigos del mismo modo exacto que cuando tenía dieciséis.
¿Qué debería estar pensando Cintia de mí? ¿Cómo somos vistos desde fuera de nuestro contexto de mundo?

Me he ido del supermercado pensando sobre el sentido que tiene toda esta prisa que parece que brota de la gente.
Contruyeron de golpe diez grandes supermercados en una ciudad pequeña como esta, que ahora están vacíos porque no hay demanda, no hay dinero. En estos sitios si no cierran mantienen a la gente trabajando horas de miseria, con sueldos de miseria. Nadie pensó que todo era un boom, que la bonanza económica era ficticia. Recuerdo esa época porque mi barrio estaba casi en las afueras, no había nada, y se rellenó de repente con bloques de edificios carísimos, tiendas y más tiendas, bares, escuelas. Todo apareció de un día para el otro, se construyó con prisa, como si el mundo se acabara. 

Supongo que igual que hizo Cintia con su vida.



2 comentaris:

  1. Qué bonito texto Clara! Me ha hecho pensar en tantas cosas.. Me encanto muchísimo. Las narrativas contemporáneas son genial, tenemos tanto que escribir y refletir a respecto del mundo loco donde hay Cíntia's en todos los lugares, de Barcelona a Belém.

    Saludos desde Brazil! :)))

    ResponElimina
    Respostes
    1. Alineee! Qué ilusión que te hayas pasado por mi blog! Me alegro de que te haya gustado. Espero poder leer tu novela pronto! ;)

      Elimina